
Pastores de la congregación

Los que sembraron con lagrimas con regocijo segaran. Salmos 126:5
Sin duda que hay grande gratitud de nuestro corazón, por todo este tiempo que la mano de Dios fue fiel sobre nosotros y como también lo van captando los hermanos de tempos recientes, esta obra no es el resultado de la capacidad humana ni de algo “maravilloso que creció de la noche a la mañana”, esta obra es “por la GRACIA DE DIOS”, por “SU MISERICORDIA” que nos permitió laborar juntos con El.
Esta obra del señor es fruto del esfuerzo sacrificado, de oraciones y lágrimas que se derramaron en su presencia, por los pastores locales y hermanos que captaron la visión; y también consiervos amados quienes muchas veces compartieron la carga con sus dones y ministerios, en campanas, convenciones y congresos.
Para alcanzar los logros que anhelamos, siempre habrá un camino que se hace cuesta arriba, pero que hay que recorrerlo y ahí seremos probados en la fe, en la humildad, en trabajos, en fatigas, en oración y lágrimas, en fidelidad y consagración, en obediencia. Que las nuevas generaciones creyentes puedan seguir estas pisadas, que son pisadas del Maestro, del cual dice en Isaías 53:11 “Verá el fruto de su aflicción de su alma y quedara satisfecho”. Así también nosotros al hacer una mirada retrospectiva en el tiempo, con cierta satisfacción podamos agradecer con profundo sentimiento por “lo que ha hecho DIOS”.
Bueno es saber que: “el labrador para participar de los frutos debe trabajar primero” 2 Timoteo 2:6. Muchos hoy en día quieren frutos fáciles sin haber trabajado, quieren cosechar sin haber sembrado, se creen con derechos a reclamar lugares que no les corresponden, deslumbrados por la obra de otros siervos de Dios, con entusiasmo humano se “hacen” pastores de la noche a la mañana, sin querer pagar el precio que demanda una formación en la escuela de Dios, lo cual los mismos discípulos del Señor hicieron. Algunos no han sido “fieles en lo poco” y quieren ser puestos sobre lo mucho, eludiendo llevar la carga con responsabilidad y obediencia.
Necesario es recordar los fundamentos que Cristo nos enseñó en Mateo 7:24-29, para que la obra siga adelante, como iglesia local y semillero de obreros. No por querer apresurarnos tal vez estemos edificando insensatamente sobre la arena: un buen cimiento aparte de llevar mucho tiempo y esfuerzo, no se ve, está oculto a los ojos de los demás, pero es lo que sostiene el edificio. El Señor nos lleva a cavar, a comenzar desde abajo si queremos ir para arriba, si queremos ver los frutos de nuestro trabajo.
Hermanos, sigamos trabajando, no por amor al dinero ni al éxito personal, ni por vanagloria o fama; sinceramente deseando el bien de la familia de DIOS, en obediencia y fidelidad a nuestros pastores, que cuando vengan tormentas y vientos, la casa este firme.
Hermanos, sigamos trabajando, no por amor al dinero ni al éxito personal, ni por vanagloria o fama; sinceramente deseando el bien de la familia de DIOS, en obediencia y fidelidad a nuestros pastores, que cuando vengan tormentas y vientos, la casa este firme.
Esta obra no es resultado de la capacidad humana, ni de algo “milagroso que creció de la noche a la mañana. Esta obra es “por la GRACIA DE DIOS”, por “su misericordia” que nos permitió laborar juntos con EL.
Animo a toda la hermandad que el Señor nos dio para ministrar; a los que trabajan en distintas áreas: Ancianos, colaboradores, discípulos, las que cocinan, los que limpian, lo que construyen, etc. A seguir edificando en estos principios bíblicos inviolables, que nuestro trabajo en el Señor no es en vano, 1 corintios 15:58; que nuestro templo siga siendo un lugar de refugio donde el afligido encuentre paz, que el enfermos sea sanado, que el perdido sea salvo, que no nos falte el amor a los necesitados, Amén.
Los pastores
Dámaso Guanca y Carmen Vera

